Desde el año 2000, la mortalidad por malaria se ha reducido un 47% a nivel mundial, y un 54% en la región africana, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El uso de pruebas rápidas de diagnóstico y el tratamiento con terapias combinadas con artemisinina (TCA) han jugado un papel clave en este gran avance. Sin embargo, la malaria sigue matando en África, donde se dan el 90% de las muertes mundiales, a más de 430.000 niños al año.
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